Harvard, una de las
universidades más prestigiosas del mundo, desarrollo una nueva teoría sobre las
tradicionales 4 P.
Esta nos dicen que ya no se
deben hacer productos, sino hacer soluciones. Ya no debemos pensar en el
precio, sino en el valor de nuestra oferta para el mercado. Tenemos
que dejar el concepto de plaza atrás y empezar a pensar en accesibilidad, pero
lo que más llamó mi atención fue la cuarta “P” ya que nos dicen que no hagamos
promoción, que hagamos educación.
Cuando vi esa propuesta de
Harvard me surgieron varias preguntas: ¿es posible educar a los consumidores?,
¿las marcas pueden educar?, ¿cómo educan las marcas?, ¿realmente funciona
educar? Y para poder responderlas encontré un perfecto
ejemplo de educación por parte de las marcas: Kidzania.
Kidzania es un espacio en el
que los niños pueden jugar a “ser grandes”, en una ciudad creada para y por ellos. Pueden hacer muchas actividades y desempeñar trabajos
diferentes como ser doctores, conductores de radio o televisión, veterinarios,
actores de teatro, policías e incluso pueden trabajar como pizzeros o preparar
sushi y posteriormente comerlo.
Es un espacio increíble para
los niños, pero desde una visión mercadológica debemos ver más allá y así me di cuenta que lo
más impresionante de este lugar es la interacción entre las marcas y los
visitantes.
En Kidzania se pueden
encontrar muchas marcas con las que los niños, desde su corta edad,
interactúan y a los cuales, las marcas, están educando y creciendo junto con
ellos, asegurando así, que cuando crezcan sean consumidores totalmente fieles a
ellas.
Para poder comprender mejor el
proceso educativo que se lleva a cabo en Kidzania pondré un ejemplo de un
“trabajo” que los niños pueden hacer ahí dentro: las instalaciones están llenas
de marcas y una de estas es la fábrica de Marinela. En ella, los niños
entran y conocen todo el proceso de creación de un Gansito, desde los
protocolos de higiene que deben seguir hasta cómo se hace el pastelito y su empaquetado. Con esta interacción que el niño tiene con la marca y al
permitirle conocer los procesos que llevan para su fabricación, están asegurando que ni el niño ni sus padres duden de ella y esto genera una
relación fiel entre ellos.
Para mí, Kidzania es una
escuela de consumo y las marcas son los profesores, que a través de sus
dinámicas, pasan un mensaje a los niños que a largo plazo tendrá como consecuencia una compra o adquisición como respuesta.
¿Está
bien que las futuras generación estén siendo educadas desde la niñez a consumir marcas, sesgando así su poder de decisión en el mercado?
Aarón Policar Berger
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