Una forma de ser.
Seguramente les ha pasado o si no les va
a pasar que les digan que nosotros los “millennial” le tenemos miedo al
compromiso, desde que ya no buscamos relaciones sentimentales con el objetivo
de contraer matrimonio con esa persona,
hasta que no le damos la importancia “adecuada” al trabajo en que nos
desarrollamos.
Pues yo creo que no pueden estar más
equivocados: Estoy seguro de poder hablar por mi generación al decir que no se trata del miedo al
compromiso, a casarnos o a desarrollarnos en lo que sea que hagamos,
simplemente nuestra forma de hacer las cosas es diferente, no es por
justificarnos, pero considero que al observar los verdaderos alborotos tanto
legales como vivenciales que ocasionaban
nuestros padres, el cine, un libro y hasta internet, o un poco de todos esos
errores son por los que aprendimos y dejamos de creer en piezas fundamentales
para tener una buena vida como lo son el matrimonio, trabajar para vivir, los
hijos, una casa, etc., o al menos eso fue lo que les enseñaron a nuestros
predecesores. Las decisiones que nos mueven son más selectivas “por decir algo”,
ya que, ¿por qué nos interesaría casarnos si ya sabemos en lo que va a
terminar?
Aunque la realidad es que la cosa no
termina ahí, a que somos selectivos agrégale que tenemos el poder de toda la
información disponible al alcance de la mano y que vivimos en la época del Yo
puedo y por cierto es una época en la que nos dimos cuenta que al hacer las
cosas como queremos y teniendo una firme determinación podemos obtener lo que
soñemos. Esto se me hace una razón con la suficiente fuerza por la que siempre
se nos cuestionan tanto nuestras formas de hacerlo y les resulta tan difícil el
creer que con procesos al parecerles tan sencillos logremos increíbles
movimientos, empresas y organizaciones.
Sentimos que tenemos derecho al amor,
igual que nos sentimos con derecho a un trabajo bien remunerado trabajando una
jornada completa y que éste llegará al salir de la universidad. Pero por esto
no nos deben de culpar a nosotros ya que nuestros padres, tíos y hasta maestros
tuvieron la culpa debido a que nuestra juventud estuvo repleta de trofeos o
reconocimientos con lo que nos ha enseñado que si queremos algo, merecemos
tenerlo y ¿por qué no?, compartir la satisfacción de conseguirlo, nos pusieron
tantas películas de Disney que nos han enseñado que las almas gemelas, el amor
verdadero y el felices para siempre existen para todos, lo único es
que hay que saber esperar o salir en busca de. Por si lo dudaban la Scientific
American ya comprobó que los millennials son menos propensos a casarse en sus
veintes que generaciones anteriores.
Me gustaría quedarme con que nosotros los
millennials tenemos otra forma de hacer las cosas y le guste a quien le guste
las hacemos así por que vimos que a la antigua o se complicaban la vida o de
plano iban por el camino equivocado, aprendamos lo bueno y adaptémonos al
cambio ya que esto de las generaciones y los nombres con los que las
caracterizamos cada vez nos hace enraizar ese pequeño disgusto al decir “es que
así no se hacen las cosas”.
Jóskua Yunan
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